Bodas de sangre es un poema trágico del escritor español Federico García Lorca. El tema principal que se trata en este gran drama es la vida y la muerte. Pero de una manera especial, en la que figuran mitos, leyendas y paisajes que sobrecogen al lector, introduciéndose en un mundo sombrío de amores y desamores, que derivan en los celos, la persecución, y como trágico final, La Muerte. Refleja al amor como la única fuerza que puede vencer a la muerte. En este trabajo lo que hicimos fue representar, agregando un personaje alegórico; (personajes alegóricos no son seres humanos concretos sino que representan con su psicología individual una idea)particularmente, decidimos elegir a “Cupido” como símbolo de amor existente en esta novela El trabajo se desarrolló de manera grupal con la participación de voces tanto masculinas como femeninas para lograr cada personaje. A continuación se encuentra nuestro producto final, con la selección de fragmentos.
primer acto
primer cuadro
Madre: Cien años que yo viviera no hablaría de otra cosa. Primero, tu padre, que me olía a clavel y lo disfruté tres años escasos. Luego, tu hermano. ¿Y es justo y puede ser que una cosa pequeña como una pistola o una navaja pueda acabar con un hombre, que es un toro? No callaría nunca. Pasan los meses y la desesperación me pica en los ojos y hasta en las puntas del pelo.
Novio:(Fuerte)¿Vamos a acabar? Madre: No. No vamos a acabar. ¿Me puede alguien traer a tu padre y a tu hermano? Y luego, el presidio. ¿Qué es el presidio? ¡Allí comen, allí fuman, allí tocan los instrumentos! Mis muertos llenos de hierba, sin hablar, hechos polvo; dos hombres que eran dos geranios... Los matadores, en presidio, frescos, viendo los montes...
Madre: No lo sé yo misma. Así, de pronto, siempre me sorprende. Yo sé que la muchacha es buena. ¿Verdad que sí? Modosa. Trabajadora. Amasa su pan y cose sus faldas, y siento, sin embargo, cuando la nombro, como si me dieran una pedrada en la frente.
Novio:Tonterías.
Madre: Más que tonterías. Es que me quedo sola. Ya no me queda más que tú, y siento que te vayas. Novio:Pero usted vendrá con nosotros. Madre: No. Yo no puedo dejar aquí solos a tu padre y a tu hermano. Tengo que ir todas las mañanas, y si me voy es fácil que muera uno de los Felix, uno de la familia de los matadores, y lo entierren al lado. ¡Y eso sí que no! ¡Ca! ¡Eso sí que no! Porque con las uñas los desentierro y yo sola los machaco contra la tapia.
Madre: Perdóname.(Pausa) ¿Cuánto tiempo llevas en relaciones? Novio: Tres años. Ya pude comprar la viña. Madre: Tres años. Ella tuvo un novio, ¿no? Novio: No sé. Creo que no. Las muchachas tienen que mirar con quien se casan. Madre: Sí. Yo no miré a nadie. Miré a tu padre, y cuando lo mataron miré a la pared de enfrente. Una mujer con un hombre, y ya está.
Novio: la querras
Madre: No lo dudo. De todos modos, siento no saber cómo fue su madre.
Madre: Sí, sí; y a ver si me alegras con seis nietos, o lo que te dé la gana, ya que tu padre no tuvo lugar de hacérmelos a mí.
Madre: Vale. Por eso lo cuido. A mí me habían dicho que la muchacha tuvo novio hace tiempo. Vecina: Tendría ella quince años. Él se casó ya hace dos años con una prima de ella, por cierto. Nadie se acuerda del noviazgo.
Madre: ¿Cómo te acuerdas tú?
Vecina: ¡Me haces unas preguntas...!
Madre: A cada uno le gusta enterarse de lo que le duele. ¿Quién fue el novio?
Vecina: Leonardo.
Madre: ¿Qué Leonardo?
Vecina: Leonardo, el de los Félix.
Madre: (Levantándose)¡De los Félix!
segundo cuadro
Leonardo: ¿Y el niño?
Mujer: Se durmió.
Leonardo: Ayer no estuvo bien. Lloró por la noche.
Mujer: ¿Sabes que piden a mi prima?
Leonardo: ¿Cuándo?
Mujer: Mañana. La boda será dentro de un mes. Espero que vendrán a invitarnos
Leonardo: (Serio)No sé.
Suegra: La madre de él creo que no estaba muy satisfecha con el casamiento.
Leonardo: Y quizá tenga razón. Ella es de cuidado.
Mujer: No me gusta que penséis mal de una buena muchacha.
Suegra: Pero cuando dice eso es porque la conoce. ¿No ves que fue tres años novia suya?(Con intención.)
Leonardo: Pero la dejé. (A su mujer.) ¿Vas a llorar ahora?
tercer cuadro
en la cueva de la novia
Madre: ¿Traes el reloj?
Novio: Sí. (Lo saca y lo mira.)
Madre: Tenemos que volver a tiempo. ¡Qué lejos vive esta gente!
Novio: Pero estas tierras son buenas.
Madre: Buenas; pero demasiado solas. Cuatro horas de camino y ni una casa ni un árbol. Novio: Estos son los secanos.
Madre: Tu padre los hubiera cubierto de árboles
Padre de la novia: (Sonriendo) Tú eres más rica que yo. Las viñas valen un capital. Cada pámpano una moneda de plata. Lo que siento es que las tierras.... ¿entiendes?... estén separadas. A mí me gusta todo junto. Una espina tengo en el corazón, y es la huertecilla esa metida entre mis tierras, que no me quieren vender por todo el oro del mundo.
Madre: ¿Para qué?
Padre: Lo mío es de ella y lo tuyo de él. Por eso. Para verlo todo junto, ¡que junto es una hermosura!
Madre: Mi hijo es hermoso. No ha conocido mujer. La honra más limpia que una sábana puesta al sol.
Padre: Qué te digo de la mía. Hace las migas a las tres, cuando el lucero. No habla nunca; suave como la lana, borda toda clase de bordados y puede cortar una maroma con los dientes.
Madre: (Al hijo) ¿Cuándo queréis la boda?
Novio: El jueves próximo.
Padre: Día en que ella cumple veintidós años justos.
Madre: ¡Veintidós años! Esa edad tendría mi hijo mayor si viviera. Que viviría caliente y macho como era, si los hombres no hubieran inventado las navajas.
Padre: En eso no hay que pensar.
Madre: Cada minuto. Métete la mano en el pecho.
2 acto
primer cuadro
en la casa de la novia
Criada: Es para arreglarte mejor esta onda. Quiero que te caiga sobre la frente. (La novia se mira en el espejo.) ¡Qué hermosa estás! ¡Ay! (La besa apasionadamente.)
Novia: (Seria) Sigue peinándome.
Criada: (Peinándola)¡Dichosa tú que vas a abrazar a un hombre, que lo vas a besar, que vas a sentir su peso!
Novia: Déjame.
Criada: No son horas de ponerse triste. (Animosa.) Trae el azahar. (La novia tira el azahar.) ¡Niña! Qué castigo pides tirando al suelo la corona? ¡Levanta esa frente! ¿Es que no te quieres casar? Dilo. Todavía te puedes arrepentir.(Se levanta.)
Novia: Son nublos. Un mal aire en el centro, ¿quién no lo tiene?
Criada: Tú quieres a tu novio.
Novia: Lo quiero.
Criada: Sí, sí, estoy segura.
Novia: Pero este es un paso muy grande.
Criada: Hay que darlo.
Novia: ¡Abre! Deben ser los primeros convidados. (Entra.) (La criada abre sorprendida.) Criada: ¿Tú?
Leonardo: Yo. Buenos días.
Criada: ¡El primero!
Leonardo: ¿No me han convidado?
Criada: Sí.
Leonardo: Por eso vengo.
Leonardo: (Levantándose) La novia llevará una corona grande, ¿no? No debía ser tan grande. Un poco más pequeña le sentaría mejor. ¿Y trajo ya el novio el azahar que se tiene que poner en el pecho?
Novia: (Apareciendo todavía en enaguas y con la corona de azahar puesta) Lo trajo. Criada: (Fuerte) No salgas así.
Novia: ¿Qué más da? (Seria.) ¿Por qué preguntas si trajeron el azahar? ¿Llevas intención? Leonardo: Ninguna. ¿Qué intención iba a tener? (Acercándose.) Tú, que me conoces, sabes que no la llevo. Dímelo. ¿Quién he sido yo para ti? Abre y refresca tu recuerdo. Pero dos bueyes y una mala choza son casi nada. Esa es la espina.
Novia: ¿A qué vienes?
Leonardo: A ver tu casamiento.
Novia: ¡También yo vi el tuyo!
segundo cuadro
Madre: (Entrando) ¡Por fin!
Padre: ¿Somos los primeros?
Criada: No. Hace rato llegó Leonardo con su mujer. Corrieron como demonios. La mujer llegó muerta de miedo. Hicieron el camino como si hubieran venido a caballo.
Padre: Ese busca la desgracia. No tiene buena sangre.
Madre: ¿Qué sangre va a tener? La de toda su familia. Mana de su bisabuelo, que empezó matando, y sigue en toda la mala ralea, manejadores de cuchillos y gente de falsa sonrisa.
Padre: Hoy no es día de que te acuerdes de esas cosas.
Madre: Cuando sale la conversación, tengo que hablar. Y hoy más. Porque hoy me quedo sola en mi casa.
Padre: En espera de estar acompañada.
Madre: Esa es mi ilusión: los nietos. (Se sientan.)
Madre: ¡Y alguna hija! ¡Los varones son del viento! Tienen por fuerza que manejar armas. Las niñas no salen jamás a la calle.
Novio: En ninguna boda se vio tanta gente.
Novia: (Sombría) En ninguna. Padre: Fue lucida.
Madre: Ramas enteras de familias han venido.
Novio: Gente que no salía de su casa.
Madre: Tu padre sembró mucho y ahora lo recoges tú.
Novio: Hubo primos míos que yo ya no conocía.
Mujer: ¡Que seas feliz con mi prima!
Novio: Tengo seguridad.
Mujer: Aquí los dos; sin salir nunca y a levantar la casa. ¡Ojalá yo viviera también así de lejos! Novio: ¿Por qué no compráis tierras? El monte es barato y los hijos se crían mejor.
Mujer: No tenemos dinero. ¡Y con el camino que llevamos!
Novio: Tu marido es un buen trabajador.
Mujer: Sí, pero le gusta volar demasiado. Ir de una cosa a otra. No es hombre tranquilo.
Novia: (Con gran sobresalto) ¡Quita! Novio: ¿Te asustas de mí? Novia: ¡Ay! ¿Eras tú?
Novio: ¿Quién iba a ser? (Pausa.) Tu padre o yo.
Novia: ¡Es verdad!
Novio: Ahora que tu padre te hubiera abrazado más blando.
Novia: (Sombría) ¡Claro!
Novio: Porque es viejo. ( La abraza fuertemente de un modo un poco brusco.)
Novia: (Seca) ¡Déjame!
Novio: ¿Por qué? (La deja.)
Novia: Pues... la gente. Pueden vernos. (Vuelve a cruzar el fondo la criada, que no mira a los novios.)
Novio: ¿Y qué? Ya es sagrado.
Novia: Sí. pero déjame... Luego.
Novio: ¿Qué tienes? ¡Estás como asustada!
Novia: No tengo nada. No te vayas. (Sale la mujer de Leonardo.)
Mujer: No quiero interrumpir…
Novio: Dime.
Mujer: ¿Pasó por aquí mi marido?
Novio: No.
Mujer: Es que no le encuentro y el caballo no está tampoco en el establo.
Novio: ¡Lo que quieras! ¡Pero no estés así por la noche!
Novia: (En la puerta) A la noche estaré mejor.
Novio: ¡Que es lo que yo quiero!
Madre: Mientras una vive, lucha.
Novio: ¡Siempre la obedezco!
Madre: Con tu mujer procura estar cariñoso, y si la notas infautada o arisca, hazle una caricia que le produzca un poco de daño, un abrazo fuerte, un mordisco y luego un beso suave. Que ella no pueda disgustarse, pero que sienta que tú eres el macho, el amo, el que mandas. Así aprendí de tu padre. Y como no lo tienes, tengo que ser yo la que te enseñe estas fortalezas. Novio: Yo siempre haré lo que usted mande.
Mujer: ¡Han huido! ¡Han huido! Ella y Leonardo. En el caballo. Van abrazados, como una exhalación.
Padre: ¡No es verdad! ¡Mi hija. no!
Madre: ¡Tu hija, sí! Planta de mala madre, y él, él también, él. Pero ¡ya es la mujer de mi hijo! Novio: (Entrando) ¡Vamos detrás! ¿Quién tiene un caballo?
Madre: ¿Quién tiene un caballo ahora mismo, quién tiene un caballo? Que le daré todo lo que tengo, mis ojos y hasta mi lengua... Voz: Aquí hay uno.
Madre: (Al hijo) ¡Anda! ¡Detrás! (Salen con dos mozos.) No. No vayas. Esa gente mata pronto y bien...; pero sí, corre, y yo detrás!
Padre: No será ella. Quizá se haya tirado al aljibe.
Madre: Al agua se tiran las honradas, las limpias; ¡esa, no! Pero ya es mujer de mi hijo. Dos bandos. Aquí hay ya dos bandos. (Entran todos.) Mi familia y la tuya. Salid todos de aquí. Limpiarse el polvo de los zapatos. Vamos a ayudar a mi hijo. (La gente se separa en dos grupos.) Porque tiene gente; que son: sus primos del mar y todos los que llegan de tierra adentro. ¡Fuera de aquí! Por todos los caminos. Ha llegado otra vez la hora de la sangre. Dos bandos. Tú con el tuyo y yo con el mío. ¡Atrás! ¡Atrás!
3 acto
primer cuadro
Leñador 1: ¿Y los han encontrado?
Leñador 2: No. Pero los buscan por todas partes.
Leñador 3: Ya darán con ellos.
Leñador 2: Parece que se acercan por todos los caminos a la vez.
Leñador 1: Cuando salga la luna los verán.
Leñador 2: Debían dejarlos.
Leñador 1: El mundo es grande. Todos pueden vivir de él.
Leñador 3: Pero los matarán.
Leñador 2: Hay que seguir la inclinación: han hecho bien en huir.
Leñador 1: Se estaban engañando uno a otro y al fin la sangre pudo más.
Leñador 3: ¡La sangre!
Leñador 1: Hay que seguir el camino de la sangre.
Leñador 2: Pero sangre que ve la luz se la bebe la tierra.
Leñador 1: ¿Y qué? Vale más ser muerto desangrado que vivo con ella podrida.
Leñador 3: Callar.
Leñador 1: ¿Qué? ¿Oyes algo?
Leñador 3: Oigo los grillos, las ranas, el acecho de la noche.
Leñador 1: Pero el caballo no se siente.
Leñador 3: No
Leñador 1: Ahora la estará queriendo
. Leñador 2: El cuerpo de ella era para él y el cuerpo de él para ella
Leñador 3: Esta noche hay luna llena.
Luna: ¡no podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza por la maleza del valle? La luna deja un cuchillo abandonado en el aire. ¡Dejadme entrar! ¡Vengo helada por paredes y cristales! ¡Abrid tejados y pechos donde pueda calentarme! ¡Tengo frío!. Esta noche tendrán mis mejillas roja sangre, y los juncos agrupados en los anchos pies del aire. ¡No haya sombra ni emboscada. que no puedan escaparse! Mis rayos han de entrar en todas partes, y haya en los troncos oscuros un rumor de claridades, para que esta noche tengan mis mejillas dulce sangre, y los juncos agrupados en los anchos pies del aire. ¡Afuera digo! ¡No podrán escaparse! Yo haré lucir al caballo una fiebre de diamante.
Narrador:Desaparece entre los troncos y vuelve la escena a su luz oscura y sale una anciana
mendiga: Esa luna se va, y ellos se acercan. De aquí no pasan. No se despierte un pájaro y la brisa, recogiendo en su falda los gemidos, huya con ellos por las negras copas
Luna: Ya se acercan. Unos por la cañada y otros por el río. Voy a alumbrar las piedras. ¿Qué necesitas?
Mendiga: Nada.
Luna: El aire va llegando duro, con doble filo.
Mendiga: Ilumina el chaleco y aparta los botones, que después las navajas ya saben el camino.
Luna: Pero que tarden mucho en morir. Que la sangre me ponga entre los dedos su delicado silbo.
Mendiga: No dejemos que pasen el arroyo. ¡Silencio!
Luna: ¡Allí vienen!
Novio: Por aquí.
Mozo 1: No los encontrarás. Esto es una caza.
Novio: Una caza. La más grande que se puede hacer.
Narrador: el novio se tropieza con la mendiga, la muerte.
Mendiga: ¡Ay!
Novio: ¿Qué quieres?
Mendiga: Tengo frío.
Novio: ¿Viste un hombre y una mujer que corrían montados en un caballo?
Mendiga: (Despertándose) Espera... (Lo mira.) Hermoso galán. (Se levanta.) Pero mucho más hermoso si estuviera dormido.
Novio: (Zamarreándola) ¡Te digo si los viste! ¿Han pasado por aquí?
Mendiga: (Enérgica) No han pasado; pero están saliendo de la colina. ¿No los oyes?
Novia: Desde aquí yo me iré sola. ¡Vete! ¡Quiero que te vuelvas!
Leonardo: ¡Calla, digo!
Novia: ¡Ay que sinrazón! No quiero contigo cama ni cena, y no hay minuto del día que estar contigo no quiera. He dejado a un hombre duro y a toda su descendencia en la mitad de la boda y con la corona puesta. Para ti será el castigo y no quiero que lo sea. ¡Déjame sola! ¡Huye tú! No hay nadie que te defienda.
Leonardo:Vamos al rincón oscuro, donde yo siempre te quiera, que no me importa la gente, ni el veneno que nos echa.
Novia: ¿Adónde me llevas?
Leonardo: A donde no puedan ir estos hombres que nos cercan. ¡Donde yo pueda mirarte!
Novia: (Sarcástica) Llévame de feria en feria, dolor de mujer honrada, a que las gentes me vean con las sábanas de boda al aire como banderas.
Narrador: aparece cupido.
Cupido: Presten atencion!!! Escuchen! Tienen que protegerse!
Novia: ¿Oyes?
Leonardo: Viene gente.
Novia: ¡Huye! Es justo que yo aquí muera con los pies dentro del agua, espinas en la cabeza. Y que me lloren las hojas. mujer perdida y doncella.
Leonardo: Cállate. Ya suben.
Cupido: Quedense juntos! No se separen! No les va a pasar nada pero tienen que seguir juntos! El amor es mas fuerte!
Novia: ¡Vete! Leonardo: Silencio. Que no nos sientan. Tú delante. ¡Vamos, digo!
Novia: ¡Los dos juntos!
Leonardo: ¡Como quieras! Si nos separan, será porque esté muerto.
Novia: Y yo muerta.
segundo cuadro
Narrador: En la iglesia mujeres hablando con la suegra y la mujer de Leonardo.
Muchacha: Qué contáis de la boda?
Suegra: (Seca) Nada.
Mujer: Quiero volver para saberlo todo.
Suegra: (Enérgica) Tú, a tu casa. Valiente y sola en tu casa. A envejecer y a llorar. Pero la puerta cerrada. Nunca. Ni muerto ni vivo. Clavaremos las ventanas. Y vengan lluvias y noches sobre las hierbas amargas
. Mujer: ¿Qué habrá pasado?
Suegra: No importa. Échate un velo en la cara. Tus hijos son hijos tuyos nada más. Sobre la cama pon una cruz de ceniza donde estuvo su almohada.
Narrador: Aparece la mendiga.
Mendiga: (A la puerta) Un pedazo de pan, muchachas.
Niña: ¡Vete!
Mendiga: ¿Por qué?
Niña: Porque tú gimes: vete.¿Vienes por el camino del arroyo?
Mendiga: Por allí vine
.Niña: ¿Puedo preguntarte?
Mendiga: Yo los vi; pronto llegan: dos torrentes quietos al fin entre las piedras grandes, dos hombres en las patas del caballo. Muertos en la hermosura de la noche. (Con delectación.) Muertos sí, muertos.
Niña: ¡Calla, vieja, calla! Mendiga: Flores rotas los ojos, y sus dientes dos puñados de nieve endurecida. Los dos cayeron, y la novia vuelve teñida en sangre falda y cabellera. Cubiertos con dos mantas ellos vienen sobre los hombros de los mozos altos. Así fue; nada más. Era lo justo. Sobre la flor del oro, sucia arena.
Narrador: Aparece la madre con una vecina.
Madre: Calla.
Vecina: No puedo.
Madre: Calla, he dicho. ¿No hay nadie aquí? Debía contestarme mi hijo. Pero mi hijo es ya un brazado de flores secas. Mi hijo es ya una voz oscura detrás de los montes. (Con rabia, a la vecina.) ¿Te quieres callar? No quiero llantos en esta casa. Vuestras lágrimas son lágrimas de los ojos nada más, y las mías vendrán cuando yo esté sola, de las plantas de los pies, de mis raíces, y serán más ardientes que la sangre.
Vecina: Vente a mi casa; no te quedes aquí.
Madre: Aquí. Aquí quiero estar. Y tranquila. Ya todos están muertos. A medianoche dormiré, dormiré sin que ya me aterren la escopeta o el cuchillo.
Vecina: Ten caridad de tí misma.
Narrador:Aparece la novia. Viene sin azahar y con un manto negro.
Vecina: (Viendo a la novia, con rabia) ¿Dónde vas?
Novia: Aquí vengo.
Madre: (A la vecina) ¿Quién es?
Vecina: ¿No la reconoces?
Madre: Por eso pregunto quién es. Porque tengo que no reconocerla, para no clavarla mis dientes en el cuello. ¡Víbora! ¿La ves? Está ahí, y está llorando, y yo quieta, sin arrancarle los ojos. No me entiendo. ¿Será que yo no quería a mi hijo? Pero, ¿y su honra? ¿Dónde está su honra? (Golpea a la novia. Ésta cae al suelo.)
Vecina: ¡Por Dios!
Novia: (A la vecina) Déjala; he venido para que me mate y que me lleven con ellos. Pero no con las manos; con garfios de alambre, con una hoz, y con fuerza, hasta que se rompa en mis huesos. ¡Déjala! Que quiero que sepa que yo soy limpia, que estaré loca, pero que me puedan enterrar sin que ningún hombre se haya mirado en la blancura de mis pechos.
Madre: Calla, calla; ¿qué me importa eso a mí?
Novia: ¡Porque yo me fui con el otro, me fui!
Madre: Ella no tiene culpa, ¡ni yo! (Sarcástica.) ¿Quién la tiene, pues? ¡Floja. delicada, mujer de mal dormir es quien tira una corona de azahar para buscar un pedazo de cama calentado por otra mujer
Novia: ¡Calla, calla! Véngate de mí; ¡aquí estoy! Mira que mi cuello es blando; te costará menos trabajo que segar una dalia de tu huerto. Pero ¡eso no! Honrada, honrada como una niña recién nacida. Y fuerte para demostrártelo.
Madre: Pero ¿qué me importa a mí tu honradez? ¿Qué me importa tu muerte? ¿Qué me importa a mí nada de nada?
Novia: Déjame llorar contigo.
Madre: Llora, pero en la puerta.
Novia:Esto es un cuchillo, un cuchillito que apenas cabe en la mano; pez sin escamas ni río, para que un día señalado, entre las dos y las tres, con este cuchillo se queden dos hombres duros con los labios amarillos.
Madre: Y apenas cabe en la mano. pero que penetra frío por las carnes asombradas y allí se para, en el sitio donde tiembla enmarañada la oscura raíz del grito.
Narrador: Las vecinas, arrodilladas en el suelo, lloran.44