jueves, 1 de diciembre de 2016

Muchas palabras, poco accionar: el fenómeno del desempleo en el primer año del presidente de Mauricio Macri

Hoy en día, como es de común saber, los despidos son una problemática vigente desde ya hace un tiempo. El presidente Mauricio Macri firmó por primera vez desde que llegó a la Casa Rosada un decreto de veto a una ley sancionada por el Congreso. Tal como había anticipado desde que la oposición y los sindicatos impulsaron la discusión en el parlamento, el Presidente decidió vetar de forma total la denominada ley anti despidos, que fue aprobada el 20 de marzo tras una maratónica sesión en la Cámara de Diputados; esta norma prohibía los despidos por 180 días y establecía la doble indemnización.

De todos modos, esta ley nunca entró en vigencia ya que, como se refirió anteriormente, fue vetada el 1 de abril por el presidente, un mes después de que se votara en el Congreso. Entre 100 y 150 trabajadores del Ministerio de Economía encontraron que sus tarjetas de ingreso no les permitían pasar -método en el que últimamente el gobierno optaría para informarle a los trabajadores del Estado  que ya no permanecen en su puesto de trabajo- y decidieron realizar una protesta. Pero de todos modos ese no fue el único problema; durante toda la jornada del  31 de marzo de este año se produjeron distintos disturbios, en primer lugar: trabajadores de hacienda, interrumpieron la conferencia de prensa que el ministro de transporte, Guillermo Dietrich, estaba dando para comunicar el aumento de las tarifas en el transporte. En segundo lugar la misma situación se dio en el ministerio de Trabajo, con 300 despedidos y la ocupación de su hall central. Y en Cancillería con 73 despidos y en el ministerio de Justicia, donde también hubo una vigilia. Con el argumento de que se trata de ñoquis, de que hay que “limpiar la grasa del Estado” y de que el kirchnerismo había convertido al estado en la “guarida” de sus militantes, a fines de febrero, la cantidad de cesantes había superado a los 7 mil. A fines de marzo por la tarde el número iba por los 9 mil despidos (siempre hablando de empleados del estado nacional) y a la noche superaba los diez mil. En lo que va de enero a hoy, a ellos hay que sumarles otros 20 mil despedidos por las gobernaciones y municipios.

Por lógica, es casi imposible saber a ciencia exacta la cantidad de despidos existentes. Los datos oficiales estarían  disponibles recién el pasado 23 de agosto, cuando el INDEC publicara  por primera vez indicadores sobre el mercado laboral argentino. Previo a la fecha, la cantidad de desempleados aumentaba con rapidez; la consultora privada Tendencias Económicas informó que en los primeros cinco meses del año los trabajadores despedidos fueron 154.570. "La mayor parte correspondió al sector privado, lo que afectó principalmente al gremio de la construcción y, en menor medida, a la metalurgia y a la prensa, entre otras como así también afirmó que las desvinculaciones sumaron 15.174 personas durante el mes de mayo, un porcentaje de 9,7% mayor a lo registrado el año pasado en el mismo mes.

Según el CEPA (Centro de Economía Política Argentina) entre diciembre de 2015 y abril de 2016 de este año, hubo 154.000 despidos. Algunos sindicalistas y legisladores de FVP indicaron que las desvinculaciones habrían llegado a 200.000. Según lo registrado por el sistema previsional argentino solo hubo 4185 despidos, cifra considerablemente menor y diferente a lo registrado por las tendencias económicas.

Cansados de las mentiras y de los despidos, el 21 de noviembre, trabajadores de la CGT acordaron con el gobierno a mantener los puestos de trabajo hasta finalizar el verano, este acuerdo político se realizó con el fin de fijar la importancia del trabajo evitando los despidos. “Es importante que entre todos cuidemos y les demos certeza a los trabajadores de que estamos en este compromiso común de generación de nuevos puestos de trabajo pero también de preservar los existentes”. dijo Jorge Triaca al término de la segunda reunión realizada entre la CGT y el gobierno. La reunión se centró en sectores textiles y metalúrgicos, quienes son los mayores afectados. Además de frenar la cantidad de despidos, se pidió un blanqueo laboral en estas áreas ya que su labor es en negro.
Para concluir y en mi opinión, me es difícil de entender por qué no se realizó un acuerdo formal (y no de buena fe), con papeles que prueben y certifiquen lo pactado. Creo que es criticable de parte del presidente (y en atención a la situación anteriormente descrita) realizar un acuerdo de palabra, el cual por cualquier motivo puede no cumplirse. Considero una falta de respeto absoluta a aquellas personas que fueron despedidas luego de confiar en este pacto de buena fe. Luego de lo leído y estudiado en clase, llego a la conclusión de que muchos despidos son arbitrarios, es decir sin causa lógica. Es el caso de muchos que fueron despedidos por su ideología política, motivo por el cual es mi humilde opinión que no deberían sufrir ningún despido. Si vivimos en una democracia, cada uno es libre de pensar elegir e incluso decir lo que uno le parece sin ser juzgado por nadie. En esta ocasión, no estoy de acuerdo con  el grave error que el presidente cometió, en primer lugar por prometer algo y luego no ser cumplido y, luego, por dejar desempleadadas a personas sin tener algún justificativo.

Camila Oriana Silva

No hay comentarios:

Publicar un comentario